¿Buscas la VERDAD?... Soy INOCENTE
"INQUEBRANTABLE frente a todas sus mentiras"
Hay veces en las que intento recordar quién era ese chico antes de aquel invierno del 92. Tenía tan solo dieciséis años, una vida por delante y la extraña certeza de que todo era posible. Pero la vida, a veces, se tuerce de una forma que ni alcanzamos a imaginar. Un día eres un chaval con sus sueños y, al siguiente, te conviertes en el villano de una historia que no has escrito.
No hicieron falta demasiadas pruebas, solo construir un buen relato. Uno que encajara con el miedo de las personas, que alimentara las ganas de encontrar un culpable rápido. Los medios de "comunicación de masas" pusieron los titulares y los políticos de turno junto a una sociedad asustada e inmersa en un sentimiento de culpa infundido dictó la sentencia mucho antes que cualquier juez. Y así, sin más, me robaron ocho años de mi vida. Pero lo que más duele no es el tiempo perdido en esa celda, sino el eco de una gran mentira que todavía resuena aquí fuera.
Salir de la cárcel no fue el final, fue el principio de otra lucha. La de mirarme al espejo y reconocer al hombre que ha sobrevivido inquebrantable, pero también la de salir a la calle y enfrentarme a miradas que todavía me juzgan sin piedad. Es una condena silenciosa que me acompaña a todas partes. Al principio, sentía una rabia inmensa, un fuego por dentro que, desgraciadamente, amenazaba con devastar todo. Quería gritar, señalar, culpar. Era lo normal, supongo.
Pero con el tiempo, he alcanzado a darme cuenta de que el odio me mantiene atado a ese pasado, me convierte en un prisionero para siempre. Y yo ya había estado demasiado tiempo encerrado. Así que, poco a poco, aprendí a soltar, a dejar ir. No a olvidar, eso es imposible por el momento. Olvidar sería como borrar una parte de mí, y cada cicatriz me recuerda lo que he aprendido. Pero sí a perdonar, para poder seguir caminando, gracias a Dios, por el sendero de la compasión.
Hoy no busco ningún tipo de venganza. La venganza es como una especie de callejón sin salida. Lo que busco es algo mucho más sencillo y, a la vez, más poderoso: la VERDAD. Y no solo mi verdad, sino una verdad más grande. La de que como sociedad, muchas veces, nos equivocamos. La de que necesitamos un culpable con tanta urgencia que estamos dispuestos a sacrificar a un inocente.
Por eso hablo. No con la voz rota del que sufre, aunque el dolor sigue ahí, sino con la calma del que ha entendido. Hablo para que mi historia sirva de algo, para que sea una pequeña luz que nos ayude a mirarnos por dentro. Para que nos preguntemos cómo es posible que el ruido de los medios alentados por personas que promulgan ideologías dualistas, polarizantes y discriminatorias puedan silenciar la voz de una persona. Para que, quizás, la próxima vez que nos presenten un villano perfecto, podamos atrevernos a dudar.
No soy un héroe ni una víctima. Soy simplemente un hombre que sobrevivió a una gran mentira y que ha decidido que su vida no va a ser definida por ella. Mi historia no es una historia de odio, sino una de aprendizaje. Es la prueba de que, incluso cuando te quitan todo, siempre te queda lo más importante: tu propia voz. Y he decidido usar la mía para construir, no para destruir. Para buscar la VERDAD con la serenidad de quien sabe que, al final, siempre encuentra su camino.